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Cuando pensar demasiado te aleja de tus emociones: así afecta la metacognición emocional extrema a tu salud mental

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Tratar de entender los pensamientos es positivo, pero hacerlo en exceso puede llegar a bloquear las emociones hasta llegar a sentirse ajeno a la propia vida. Así es cómo este proceso afecta a la salud mental, y estos son los pasos a seguir para cuidarse y evitar que esa desconexión suceda.


¿Alguna vez has sentido que vives tu vida como si fueras el protagonista de una película, pero desde la butaca del espectador? Las escenas se suceden, los personajes interactúan, y tú, en tu sala de cine mental, simplemente observas sin involucrarte del todo. Podría recordar a la película del Show de Truman, donde parece que la vida está pensada para ser grabada y verla desde fuera. Esta sensación, aunque no es lo habitual, puede resultar familiar a quiénes llevan a cabo la metacognición.


La metacognición es, sin duda, un proceso psicológico fascinante y, sobre todo, muy beneficioso. Nos permite ir un paso más allá en lo que sentimos. Como bien explica el psicólogo y autor del libro ¿Qué le cuento a mi psicólogo? (Plataforma Editorial, 2024), Rafael San Román: "Es ir más allá de nuestros pensamientos. Concretamente, es nuestra capacidad para pensar acerca de lo que pensamos, es decir, la de reflexionar sobre nuestros propios contenidos mentales y tener conciencia de lo que estamos pensando, deduciendo, infiriendo, o decidiendo".


Esta increíble habilidad nos abre la puerta a un regalo invaluable: integrar pensamiento y emoción. Porque, tal y como explica el experto: "Logra hacernos más conscientes de qué sensaciones o emociones van asociadas a un determinado contenido mental".  En esencia, la metacognición nos lleva a ser un observador interno que supervisa cómo aprendemos, recordamos, resolvemos problemas o tomamos decisiones. Y, aunque no es una capacidad que todos tengamos desarrollada por igual, se puede entrenar y fortalecer.

 
 
 

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